EL CINE POLICIAL Y EL PATRIARCADO

En 2001 Joel y Etham Coen presentaron su película El hombre que nunca estuvo (The Man Who Wasn't There) y la crítica la consideró como el homenaje de estos dos hermanos nacidos en Minesota a uno de los géneros más populares del cine clásico: El policial negro. Es más hasta apareció el término neo-noir para definirla. Cabe recordar que la denominación film noir es una categoría inventada por los críticos franceses a fines de los años 40 para designar un nuevo tipo de cine criminal aparecido en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial que recién adoptaron sus pares anglosajones en la década del 60 sin siquiera traducirla. Para ser exactos se lo ubica entre 1941, año del estreno de El Halcón Maltés (John Houston) y 1958 cuando Orson Welles filma Sed de Mal. Así estas producciones están inscriptas también históricamente dentro de lo que se considera el cine clásico, es decir un modelo hegemónico de producción que a través de ciertas convenciones narrativas, visuales e iconográficas busca ocultar sus operaciones discursivas. Para lograr ese objetivo genera, por un lado, un metadiscurso que pretende representar la verdad en lo que se refiere al contenido y significado del film y, por otro, dar la impresión de que la ficción fílmica representa al mundo real. Ahora bien desde Retrocine nos preguntamos si esa era la intención de los Coen, es decir el homenaje, o si en realidad querían actualizar el debate sobre los problemas de un orden social injusto que genera insatisfacción y desencanto entre hombres y mujeres. Esto no debería sorprender ya que su cine se caracteriza por incurrir en la práctica de mostrar la realidad como un sinsentido impregnado de fatalismo donde siempre aparece lo absurdo y lo irónico de la existencia humana. Sin embargo ante la pregunta de si tienen un estilo personal Joel respondió: “No creo que haya un hilo, al menos en forma consciente, que una las historias que contamos”. A lo que Etham agregó: “Eso que llaman estilo aparece solamente si se mira en retrospectiva. Al momento de hacer la película solo se trata de tomar decisiones individuales”. En este caso -sin dudas- es uno de sus planteos más elaborados, aunque no del único, por el esfuerzo que demanda cumplir con los cánones del film noir y hacer a la vez una película de época ya que la acción transcurre en 1949. Recordemos que el policial negro es una sub categoría del género thirller que se diferencia del resto de las producciones del período clásico porque su metadiscurso existe a costa de muchas transgresiones, de una técnica narrativa particular y de elementos visuales que lo caracterizan. Aquí se trata de la historia de Ed Crane (Billy Bob Torthon), un peluquero sin muchas ambiciones que pasa sus días en un pueblo del norte de California junto a su esposa Doris (Frances Mac Dormand). Pero el matrimonio no atraviesa su mejor momento – si es que alguna vez lo tuvo- ya que ella tiene un romance con su jefe, Big Dave (James Gandolfini) gerente de una de las tiendas más importantes del lugar. Ante esta situación está Ed cuando se cruza con un forastero que busca un socio capitalista para iniciar su nuevo negocio. Entonces decide chantajear al amante de su mujer para conseguir el dinero y lograr así lo que parece ser la salida de esa vida gris e insatisfactoria. Sin embargo el plan no saldrá como él espera. En cuanto a lo elaborado de la producción el primer punto a destacar es la decisión de filmar en blanco y negro ya que se trata de un requisito fundamental para recrear la tradición expresionista, es decir el fuerte contraste entre luz y oscuridad que constituye una de las características principales del género. Esto hace que predominen las acciones nocturnas y poco iluminadas en lugares cerrados donde personajes de ambigüedad moral, sexual y psíquica aparecen desorientados por ese entorno que se muestra amenazante. Además el protagonista es un solitario, un perdedor, un inadaptado social que está más cerca del antihéroe que del héroe moderno clásico. alguien que expresa su hastío a través del gesto adusto y una adicción al cigarrillo que muchas veces hace recordar a Humprey Bogart, uno de los actores que dejó su impronta en el policial negro. En su nombre aparece también un vínculo con la literatura ya que William Crane era el investigador privado que creó el escritor y guionista Jonathan Latimer con los rasgos que conformarían luego el modelo genérico del tipo duro, cinco y adicto. Desde su punto de vista se conocerá la historia. Así surge una narración en retrospectiva, es decir que se cuentan acontecimientos pasados en primera persona lo que acerca el film al discurso de las revistas y novelas que le dieron origen en la década del 30. También está presente el que quizás sea el punto más importante: La construcción de la imagen femenina. El film noir tiene un carácter misógino muy marcado y las mujeres aparecen definidas por su sexualidad, deseables pero a la vez poderosas, lo que las convierte en un obstáculo para las conquistas del hombre, en el elemento que definirá su éxito o su fracaso. La mayoría de las escenas en las que son el eje están marcadas por la fascinación fetichista ya que siempre hay un primer plano de sus piernas y se las suele mostrar en ropa interior, rodeadas de joyas y perfumes. Sin embargo así son por primera son vez protagonistas de la historia lo que las desplaza de sus roles habituales en el cine de género donde ocupan los papeles fijos de esposas, madres, hijas, amantes o prostitutas, es decir donde constituyen el telón de fondo para el funcionamiento ideológico de un film realizado por y para un universo masculino como la mayoría de los que integran nuestra cultura. Pero ese exceso de sexualidad que se manifiesta como consecuencia natural de la independencia de las mujeres deberá ser castigada para restituir el orden patriarcal. En realidad se trata de unos de los temas más antiguos de la cultura occidental, que en muchos aspectos pasa inadvertido a pesar de que está presente en el arte, la literatura, la mitología y la religión. Quizás los Coen quieran recordarnos eso: Todo empezó con Eva y todavía sigue vigente cuando se pretende naturalizarlo no solo en las películas sino también en la publicidad, en las novelas, en los distintos géneros audiovisuales y literarios vigentes y puede que también en aquellos por venir.

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